Dos piezas longitudinales, cuidadosamente orientadas, conforman estas dos viviendas, que observan, pero no se miran. Observan el paisaje permitiendo al mismo tiempo su entrada a través todas las estancias.
El desnivel, clave en este proyecto, es aprovechado para, horadando suavemente la colina, permitir la entrada de vehículos y delimitar los espacios privativos ajardinados.
Una serie de patios interiores garantizan que la luz participe de igual manera que el paisaje, introduciéndose en todos los rincones de la vivienda y generando, al mismo tiempo, un interesante juego de comunicaciones visuales.